Hoy no es martes, ni mañana hay que madrugar, ni estamos trabajando.
Oigo el mar en tus ojos mientras nos abrazamos y el hielo de la copa a medias tañe al ritmo de las olas que nos salpican el vientre.
Mañana no será miércoles ni pasado tendremos que madrugar. A nuestra manera, el calendario nos habla. Lástima que no le dejemos hablar más.